Cataluña elige la abstención y el laberinto

El PSC fue el partido más votado en Cataluña. Pero la pelota está en el tejado de ERC para encabezar un ejecutivo independentista. Fueron las autonómicas catalanas con menos participación por culpa de la pandemia.

El día de San Valentín fue una jornada gélida en Cataluña. “El día más frío que he vivido nunca y tuvimos que estar con todo abierto por el Covid”, recuerda Mercedes Miralbell, presidenta de una mesa electoral en Gerona. Las elecciones catalanas se celebraron el 14 de febrero a pesar de la pandemia. Los colegios se armaron de geles, guantes y mascarillas para combatir los contagios y tranquilizar al electorado. Pero los bajos datos de participación bañaron de realidad la fiesta de la democracia catalana. Aún así, las urnas dieron la razón a los sondeos.

 

Salvador Illa, candidato del PSC a la presidencia, recogió el mayor número de votos. “Me presentaré a la investidura”, anunció el antiguo ministro de Sanidad. Calculadora en mano, las fuerzas constitucionalistas no suman para investir a Illa. Solo los votos de los comunes y de ERC podrían aupar a la presidencia al barcelonés.

 

El líder de ERC, Pere Aragonès, apostó por un “gobierno de vía amplia” durante la noche electoral. El partido de Junqueras empató en asientos con los socialistas. La coalición independentista tiene la mayoría en escaños y ERC es la mejor posicionada para liderarla. Sin embargo, Aragonès afirmó en una entrevista en TV3 que “Esquerra está preparada para gobernar en solitario”. En cualquier caso, la formación entona cantos de sirenas a otra fuerza progresista: En Comú Podem.

 

Juan López Alegre, profesor de Comunicación Política de la Universidad CEU Abat Oliba, asume que los independentistas se pondrán de acuerdo. “La cuestión clave es cuál va a ser la participación de Podemos en el ejecutivo”, explica el profesor. La entrada de los morados inclinaría el peso del lado izquierdo y debilitaría la fuerza de Junts. Laura Borrás, segunda en la lista del partido del prófugo Carles Puigdemont, destacó la noche de las elecciones que había sido “una victoria del independentismo”. Pero para los electores, la opción preferida fue la de quedarse en casa.

Protagonismo de la abstención

Casi dos millones y medio de catalanes dieron la espalda a las urnas. López Alegre cuestiona que los resultados sean un reflejo de la sociedad. El docente aclara que “solo un 24% del electorado ha optado por la independencia, no hay una mayoría social, aunque sí política”. El miedo a los contagios provocó una elevada abstención a pesar de las medidas que la Generalitat de Cataluña puso en marcha.

 

Mercedes Miralbell también tuvo que estar en las elecciones generales de 2019. Apunta que en esos comicios “solo estaban las urnas, la bolsa con los sobres y los documentos que había que poner”. “Pero este año teníamos una mesa de material higiénico que era un arsenal”, señala la gerundense. Rollos de papel, spray para la mesa, gel, guantes, mascarillas, pantallas de protección y los trajes EPI. Pero estas medidas no convencieron a un 46% de los llamados a votar. Es la peor cifra de abstención en unas elecciones autonómicas en Cataluña.

 

López Alegre culpa de esta baja participación al independentismo. Los estudios sociológicos ya habían alertado de que una menor participación favorece históricamente a las fuerzas nacionalistas. El profesor denuncia que “ha habido una premeditada campaña institucional para fomentar la abstención diciendo que habría problemas de salud”. Pero el docente pone el punto de mira en los partidos nacionales. “El independentismo vence por incomparecencia del constitucionalismo”, reflexiona.

 

El Partido Popular y Ciudadanos han cosechado peores resultados que hace cuatro años. La caída del partido naranja es la más brusca: ha perdido casi un millón de votos y se ha convertido en la séptima fuerza del Parlamento catalán. En la sede de Vox también había caras de sorpresa. Pero con sonrisas. La fuerza que Ignacio Garriga lidera en Cataluña ocupará once asientos en la cámara autonómica. Lopez Alegre justifica que “en Cataluña, donde el voto es muy emocional, es más fácil que penetre el voto de Vox”. Mientras los candidatos celebraban o lloraban, en los colegios se despojaban de pantallas, mascarillas y trajes EPI.

 

Esto fue un show, el día antes fue de carnavales y casi nos hubiera servido el disfraz”, bromea Mercedes Miralbell en alusión a los trajes de protección individual. La última hora de votación era la franja horaria en la que se recomendaba la participación a los contagiados de Covid. “Nos vestimos de astronautas y allí no apareció nadie”, recuerda Mercedes. Pero ese esfuerzo extra no la contrarió. “Comprendí lo que tienen que aguantar los sanitarios”, razona Miralbell. Sí que notó la falta de muchos que no acudieron a las mesas, “pero dejar márgenes de acción es bueno; en ir o no ir se mide el valor del pueblo”, concluye. La ciudadanía ha cumplido. Ahora es el turno de los políticos. En los próximos días se medirá el valor de los servidores públicos catalanes.

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