Relaciones confinadas en la generación Z
Por Carmen Agudo Fernández
- Siete de cada 10 jóvenes de 18 a 24 años afirma haber conocido a alguien especial a través de su teléfono
- El miedo al compromiso, la falta de autoestima y las redes sociales son algunos de los causantes de las rupturas de los jóvenes
Buscar pareja en plena Pandemia será todo un reto. UNSPLASH
A mediados de abril, cuando el confinamiento ya había mantenido a los españoles más de cuarenta días en sus casas, Beatriz Rodríguez, una estudiante de enfermería de veintidós años, decidió romper con su pareja. Su relación de apenas dos meses no pudo superar la presión a la que ambos estaban sometidos y ella decidió ponerle fin a través de WhatsApp.
Marcos, como Beatriz, tuvo que dejar Granada y volver a Jaén con sus padres cuando se decretó el estado de alarma. Estar tantos días encerrado con su familia, con la que no convivía desde hacía cuatro años, empezó a pasarle factura y discutía con Beatriz casi todos los días. Ella, dentro de lo que cabe, estaba llevando bien el encierro y no entendía qué le estaba pasando a Marcos. Se volvió agresivo e irascible, una persona totalmente distinta a la que ella ya ni reconocía. “Su personalidad explotó”, confesaba.
Como Beatriz, muchos jóvenes pusieron fin a su relación debido a la situación extraordinaria que tuvieron que vivir. El cambio de domicilio, la distancia y el deterioro de la salud mental fueron la combinación perfecta para que muchas relaciones se fueran a pique. Sin embargo, la culpa no es solo del COVID-19.
Muchas rupturas se han producido de forma online durante la pandemia. UNSPLASH
LOS EFECTOS DE LA LIBERACIÓN SEXUAL
La generación de los nacidos entre 1990 y 2000 ha crecido en un ambiente de liberación sin precedentes. El movimiento LGTBI, el feminismo y las redes sociales han abierto unas puertas que antes eran muy complicadas de abrir en ámbitos como las relaciones o la sexualidad. “Este liberalismo sexual que está habiendo nos enseña que podemos hacer lo que nos de la gana. El sexo deja de ser un tabú y empieza a ser algo de lo que todo el mundo puede hablar. Al final queremos esa libertad para tenerlo todo pero también queremos un vínculo afectivo y aquí es donde entra el conflicto”, afirma Alba Acín, psicóloga de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres. La generación Z no quiere comprometerse o al menos, no de la forma en la que solían hacerlo sus padres. El miedo al compromiso y el deseo de libertad absoluta hace que las relaciones que se crean carezcan de vínculos afectivos fuertes que responsabilicen a ambas partes de sus actos. Esto es lo que se conoce como relación líquida. “Yo creo un vínculo que es como una cuerda, pero no ato mucho el nudo para que si en algún momento me quiero ir no haya ningún tipo de responsabilidad afectiva y lo pueda deshacer cuando quiera. Las relaciones actuales de nuestra generación se basan en eso”, explica Alba.
Y es que “pasan de la generación de sus padres que se comprometían demasiado, a la suya, donde el compromiso genera rechazo”, añade. Pero el problema parece ser que solo reside en las relaciones amorosas: “A pesar de que se sabe más y se crean vínculos más fuertes con las amistades, no se sabe llevar la teoría a la práctica ni extrapolarlo a las relaciones de pareja”. Una teoría que se aprende nada más y nada menos que en Instagram. “Hay una idea feminista que circula en algunas cuentas de redes sociales que da un mensaje muy individual en cuanto a las relaciones y una imagen del feminismo que no es la que se corresponde con la realidad”, afirma Acín. La experiencia radica en haber tenido muchas relaciones de pareja y en obtener única y exclusivamente información en redes sociales (que además no se contrasta) para solucionar los problemas que puedan aparecer. Estos son los modelos en los que se fijan muchos jóvenes para definir las condiciones de unas relaciones que se basan en el individualismo.
Una de las publicaciones sobre feminismo de @Feministailustrada. INSTAGRAM
La fragilidad de los lazos de estas relaciones y la falta de responsabilidad afectiva se suma a la inestabilidad emocional que provoca una situación de estrés extremo como es el confinamiento. Acín recuerda que “fue una situación extraordinaria, hubo mucha gente que vivió verdaderas experiencias traumáticas y el índice de suicidios y de depresión se disparó”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya lo avisó en mayo; la pandemia y el confinamiento aumentarían los problemas de salud mental en todo el mundo.
Sin embargo, no es lo único que intervino en los desenlaces de esta generación. Si antes se demandaba más libertad dentro de la relación, durante la pandemia se exige un nivel de atención totalmente diferente. Esto se debe a que “hay dos extremos, el de ser muy liberal y sano y el de pasar a controlarlo todo y pedir explicaciones porque no nos contestan”. No existe un término medio y durante el confinamiento, la paranoia que crea un simple “visto” o “en línea” es brutal. ¿De dónde viene todo esto?
El 33% de las personas encuestadas espiaron alguna vez a sus parejas en las redes sociales y el 42.55% dio sus contraseñas a su pareja.
Uno de los principales factores que influyeron en el desarrollo de las relaciones durante la pandemia y en la posterior ruptura fueron las redes sociales. Según el I Estudio sobre Tecnología y Emociones elaborado por la empresa de telefonía móvil WIKO, 8 de cada 10 españoles (78,94%) afirma que el uso de su smartphone durante el confinamiento ha aumentado. En concreto, los jóvenes de entre 18 y 24 años usaron su móvil de media cuatro horas más durante esos meses. Además, estos son los que admiten usar más el móvil para iniciar relaciones personales y ligar con otros. Así lo demuestra el estudio anterior que realizó esta misma empresa a más de 1000 jóvenes españoles de entre 18 y 24 años para averiguar qué hacían con sus smartphones. El estudio concluye que siete de cada 10 jóvenes (71,16%) afirma haber conocido a alguien especial a través de su teléfono y que los canales más habituales por los que se inicia el contacto son las redes sociales y WhatsApp.
Si al uso intensivo del móvil se le añade la imposibilidad de salir a conocer gente, el aburrimiento que provoca la rutina, el estrés y la lejanía de la pareja, el resultado es un cóctel perfecto para la infidelidad y las conductas tóxicas. Y es que las emociones más generalizadas durante el confinamiento fueron la preocupación por el futuro, el aburrimiento, el estrés y la apatía.
Figura 1. Evolución de las emociones de los jóvenes durante el confinamiento. Centro Reina Sofía sobre la Adolescencia y la Juventud, FAD.
Para Laura Campillo, periodista y formadora en talleres de coeducación y prevención de la violencia de género en adolescentes, “las nuevas tecnologías están genial, pero el problema es que si no educas a los jóvenes en el buen uso de estas tecnologías, lo que les supone son herramientas de control más amplias de lo que tenían antes”. La última hora de conexión, la confirmación de que has leído el mensaje…Todo esto no hace más que aumentar la paranoia en un contexto en el que no pueden ver a sus parejas y se dan comportamientos que muchos jóvenes tienen normalizados, como pedir las contraseñas. Ya en 2018, la asociación Stop Violencia de Género Digital desarrolló un estudio en el que se concluía que el 33% de las personas encuestadas espiaron alguna vez a sus parejas en las redes sociales y el 42.55% dio sus contraseñas a su pareja. Con la pandemia, esto no cambia.
“El no poder ver a la pareja durante meses y pasar tanto tiempo en redes sociales no ayudó nada”.
Ariadna Rojas dejó a su pareja unos meses después de que el confinamiento se acabase porque se volvió un controlador. “Me decía que no quedase con mis amigas, que a dónde iba, que le avisase de la hora a la que llegaba a casa… Era una relación muy tóxica”, sentencia. Ahora ha conocido a un chico a través de Instagram y está empezando una relación después de haberse visto durante tres días.
Las redes sociales captan la atención de los jóvenes la mayor parte del día. PIXABY
Acín coincide con Laura en la raíz del problema: “A pesar de que estábamos más unidos que nunca, al final estábamos siempre en redes sociales y hubo muchos problemas de inseguridades y de celos porque necesitábamos un refuerzo constante en las relaciones afectivas como el que se da en el móvil con Instagram, Twitter, WhatsApp…”. Se busca desesperadamente la autonomía que dan las redes sin la responsabilidad que supone estar con otra persona. Relaciones a la carta. Esto, apunta Alba, se debe a la falta de autoestima que provocan las redes sociales. La exposición constante de las ideas, los valores y la apariencia física junto con el miedo al rechazo y a estar desconectado hacen mella en la salud mental de una generación expuesta las veinticuatro horas del día.
Pero el problema ya viene de antes. Alba afirma que “no sabemos estar solos, estamos tan conectados con todo que el tiempo que antes se dedicaba a reflexionar ha sido reemplazado ver vídeos en Instagram las veinticuatro horas del día”. Esto se traduce en no poner en tela de juicio las acciones, no pensar en el futuro o ni siquiera replantear qué quieren hacer con su vida. “Pero esto ya es meterte en otro mundo” que va mucho más allá de la pandemia.
Estas son solo algunas de las patas que conforman las relaciones amorosas de toda una generación que pasa la mayor parte de su tiempo frente a una pantalla. El virus ha conseguido romper muchas relaciones, pero no toda la culpa es suya.
RELACIONES TÓXICAS
¿Qué es una relación tóxica? Según el Instituto Europeo de Psicología Positiva, las relaciones tóxicas son relaciones destructivas en las que a una de las dos partes o a ambas le está generando cierto daño o malestar. Los comportamientos de las personas tóxicas vienen envueltos en piel de cordero y cortar la relación suele ser una tarea bastante complicada por la dependencia emocional que se crea durante el tiempo que dura la relación.
Este tipo de vínculo no solo aparece en las relaciones de pareja; también se puede encontrar en relaciones con miembros de la familia, amigos o compañeros de trabajo. Estas son algunas de las herramientas que suele tener a mano una persona tóxica:
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- No le gusta que estés con tus amigos.
- Controla tus gastos.
- Investiga tus redes sociales e intenta revisar tu móvil.
- Trata de influir en tu forma de vestir.
- Exige compensaciones inmediatas por los favores que te hace.
- Te da a entender que sin él/ella no serías nada.
- Te reprende o cuestiona cuando estáis con familiares o amigos y das tu opinión sobre un tema.
- Utiliza el chantaje emocional frecuentemente.
- Es extremadamente celoso, hasta el punto de prohibirte compartir tiempo con personas del sexo opuesto.
- Te recuerda constantemente los fallos que has cometido en el pasado.
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