La compra online de libros en grandes superficies, incentivada por la pandemia, amenaza con hundir el modelo de negocio de las librerías de barrio.
Las librerías no se rinden ante la batalla, han decidido plantar cara a través de plataformas como Todos Tus Libros, entre otras.
Por Andrea Real Serrano
Las estanterías de las librerías de barrio son diversas, e intentan adaptarse a sus clientes. | Foto: Pixabay.
Hay algo inconfundible grabado en la mente de todo lector y es el olor a libro nuevo. Al menos en aquellos que siguen consumiendo lecturas en papel. También es muy de ritual de apasionado el dar con una librería predilecta. Esa en la que nunca le fallan, en la que atienden y escuchan solicitudes, la de toda la vida, en la que el encargado sabe tu nombre.
Está claro que ahora los lectores son más diversos, existe una mayor fragmentación en cuanto al tipo de lecturas que seleccionan. Pero hay una línea divisoria más clara que
ninguna, y es entre aquellos que siguen devorando papel y los que leen en dispositivos electrónicos. El director editorial de Penguin Random House, Juan Díaz, afirma: “Nosotros editamos los libros tanto en formato digital como en papel, pero el 95% del consumo se sigue haciendo en formato impreso”.
Si se aparta a los que prefieren el consumo en digital, ¿sigue siendo la industria de la literatura rentable? O, al menos, ¿lo son las librerías?
El Observatorio de la Lectura y el Libro mostró en su estudio de abril de 2018 que “las librerías son el canal de venta de libros por excelencia”, sobre todo las pequeñas. Según la investigación, en España existían en el año 2017 casi 4000 librerías de venta al por menor.
Fuente: Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros.
El trato al cliente en una librería pequeña
Félix Domínguez, fundador y encargado de Los Libros Salvajes, es el dueño de una de esas casi 4000 librerías de barrio. Abrió dos años antes de la pandemia de la COVID-19 y solo conoce a los que aman el papel, a esos lectores se debe.
Tiene las estanterías plagadas de distintos autores de épocas dispares y que firman con pequeñas o grandes editoriales. Las mesas bajas son champiñones sobre el suelo de madera con libros colocados sobre ellas con mimo. Los sillones bien distribuidos se encuentran en puntos estratégicos para recibir luz natural de los grandes ventanales que hacen de escaparate. Todo hace pensar que puso cariño en lo que hacía.
Quería crear un espacio para los lectores, porque él es uno de ellos: “A mí siempre me han encantado los libros, a mí mujer también, siempre que vamos por España, por Europa o por el mundo, las librerías son de los primeros sitios que visitamos… No hay un solo día que haya venido a trabajar enfadado”.
No solo quería crear un espacio de compra, de caja registradora, sino que se permitió la buena intención de intentar retener a los lectores y hacerlos sentir en casa. Varios carteles recuerdan que los lunes son día de poesía, que los niños son los reyes de la esquina derecha del fondo de la tienda y que habrá de nuevo club de lectura en cuanto se pueda por las restricciones de Sanidad.
Félix Domínguez, al fondo, coloca los libros que se ven desde la calle. | Foto: @loslibrossalvajes
Puede que el futuro de las librerías de esquina radique en ofrecer algo que una pantalla de compra online no ofrece. A pesar de que parezca que el usuario lector siga comprando en librería, como recogía el Observatorio, la pandemia ha herido casi de muerte al comercio local.
“Obviamente ahora estamos atravesando un momento duro… El problema no está en los libros electrónicos. Asumimos hace tiempo que tendríamos que compartir ese espacio. El problema está en las plataformas de compra online, como Amazon o La Casa del Libro, al final es más cómodo hacerlo a través de ellos”. Pero es un servicio despersonalizado, y eso Domínguez lo sabe bien.
Una pareja de jóvenes veinteañeros entra a la librería. Se dan un par de vueltas de forma tímida por las estanterías de la entrada, que tienen en su selección lo último del mes. Murmuran para que los oídos extraños no capten lo que dicen. De repente encuentran la sección de novelas ilustradas y observan con detalle. Félix Domínguez se levanta y se dispone a echarles una mano:
-Buenas tardes, chicos, ¿qué estáis buscando?- les anima mientras pone de vuelta desde el ordenador la tenue música jazz que ambienta su tienda.
-Hola, pues estábamos intentando encontrar la última novela de X, dice el joven.
-Dadme un segundo, que os miro si la tengo…- teclea rápido en el ordenador, se ajusta las gafas para que no se le empañen con la mascarilla y levanta las cejas. -Pues ahora mismo no la tengo, pero os la puedo pedir sin problemas, si me dejáis un teléfono para que os llame podéis tenerla aquí en dos días como mucho- con eso los ha convencido. El chico le deja su teléfono y Domínguez promete ponerse en contacto con él en cuanto le llegue el libro.
El poder del encargo rápido
Parece un evento puntual, pero según explica Domínguez, gracias al encargo es como consiguen a muchos clientes. Es modesto en cuanto al género que vende, sabe que no
es una librería extravagantemente grande, pero tiene buena relación con las distribuidoras. Si el cliente viene por la mañana, a veces Domínguez es capaz de prometer el libro para el día siguiente. No hace servicio a domicilio, pero ofrece algo más importante: el trato humano.
“No he hecho las cuentas, pero podría decir que los encargos son casi el 25% de nuestra facturación… Hay veces que no nos sale rentable pedir un libro. Sobre todo, cuando es solo uno y no teníamos pensado hacer un pedido. Pero en ese caso aumento mi fondo, pido más de lo que necesito, para que el pedido venga rápido y yo pueda cumplir con el encargo”. Para Domínguez es una forma de fidelizar al cliente, de demostrarle con hechos que puede confiar en Los Libros Salvajes. Tal vez no sea tan cómodo como recibir un paquete en casa, pero en algunos casos es igual, o más rápido.
La compra de libros a través de plataformas online
Debido a la pandemia Los Libros Salvajes y muchos otros comercios locales debieron permanecer cerrados. Ahí es cuando las ventas online de cualquier tipo de producto aumentaron considerablemente. La gente no podía salir a la calle, y aún así querían seguir consumiendo. Entre las cosas que se compraban había libros.
“Hay que hacer una diferencia aún más profunda entre el formato y el modo de compra de un libro”, explica el director editorial de Penguin Random House, “el consumo o venta online ha crecido exponencialmente, y ahora más debido a la pandemia… Uno puede comprar un libro en papel, pero hacerlo a través del teléfono, o del ordenador, y se le manda a casa a través de empresas como Amazon o La Casa del Libro”.
Si se quiere ver la diferencia en cifras del gigante editorial con respecto al 2019, Díaz la lanza de forma certera: “Nosotros el año pasado estábamos en unos niveles del 20% en venta online, y ahora ese porcentaje es del 35%”.
La compra online mejora los ingresos de las grandes empresas, pero empeora los de las pequeñas. | Foto: pixabay.
Aunque haya habido un aumento, la venta por Internet sigue sin representar la mayor parte de ingresos de Penguin Random House. De nuevo, se hace el esfuerzo de dejar de lado a las grandes cadenas de venta entre las que Díaz incluye, además de las ya nombradas, a El Corte Inglés o la FNAC. El resultado concuerda con el Observatorio de la Lectura y el Libro: “La mayor parte de nuestras ventas se hacen en librerías pequeñas”.
Esta afirmación no despeja las dudas sobre la rentabilidad de la librería pequeña, pero ayuda a entender que se sigue comprando en ellas. Siguen resistiendo, y, además, quieren plantar cara a las grandes superficies.
Una guerrilla basada en la organización de datos y puntos de venta
El ejemplo paradigmático sobre algunas de estas iniciativas para luchar contra las grandes superficies es la plataforma Todostuslibros.com. Comenzó como un buscador inteligente y bibliográfico de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) y según el director técnico de la Confederación, Javier López Yáñez: “Todos Tus Libros es una plataforma para defendernos”.
En la plataforma, cualquier usuario puede buscar un libro por título, autor o ISBN, y ver en qué librerías cercanas a su domicilio va a ser capaz de encontrarlo. No solo es un buscador, ofrece recomendaciones que no se basan en algoritmos o cookies si no en la voz de los libreros. Novedades, los 100 libros más vendidos hasta el momento, y una oferta de búsqueda de más de cuatro millones de títulos diferentes.
En su semana de estreno, a principios de noviembre, se hicieron 5.135 gestiones: 2.499 pedidos, 1.637 cheques regalo y 999 reservas.
Si el cliente hace un pedido, el paquete llegará a una dirección que escoja desde la librería que elija en un plazo máximo de tres días, pero tendrá que pagar gastos de envío, unos 4,40€, si la librería lo exige. Aun así, la CEGAL se compromete a ayudar a las librerías con gastos de gestión para facilitar y reducir esta transacción.
Si el cliente hace una reserva en una librería ese producto se aparta para que vaya a buscarlo cuando quiera. Funciona como un encargo, solo que se gestiona de forma online en vez de física. Y, por último, los cheques regalo son para intercambiar saldo entre usuarios en las librerías inscritas en la plataforma.
Con esta forma recién estrenada de venta online, pero local, cercana y con más trascendencia humana, la CEGAL quiere conseguir que librerías como Los Libros Salvajes sigan abriendo sus puertas y llenando sus mesas champiñón de más títulos y más años a sus espaldas.