C Tangana recupera la estética quinqui

Un reportaje de Irene Calderón

Durante los años de la Transición y el periodo de la consolidación de la democracia en España tuvo lugar una crisis industrial y un aumento del paro ocasionado por el éxodo rural y el crecimiento de población en las grandes ciudades, que no siempre fueron la esperanza para muchas familias. El paro y la crisis económica perjudicaron especialmente a los jóvenes de la clase obrera. En los extrarradios de las ciudades surgieron barrios marginales, producto de la falta de planificación urbanística, la precariedad en la construcción y la aparición de guetos a raíz de la proliferación de las viviendas sociales y los llamados “polígonos”. Los descampados de los que se rodeaban los vecindarios de viviendas sociales se convirtieron en el único espacio comunitario. Debido a la crisis laboral y la falta de educación que existía entre los jóvenes, la delincuencia y las drogas, sobre todo la heroína, se adueñaron de esos barrios, alejándolos aún más de la ciudad.

La rumba de Los Chichos

La rumba que hacían grupos como Los Chichos, Los Calis y Los Chunguitos no tenía nada que ver con la de Peret; los primeros reflejaron los problemas que tenían lugar en los barrios más marginales y suburbiales de las ciudades, y las letras de sus rumbas se hicieron populares en esas zonas humildes.

A finales de los años 70 se comenzaron a plasmar en el cine español las vidas de los jóvenes de los polígonos que estaban atrapados por la delincuencia, la violencia y las drogas. Denominado posteriormente “cine quinqui”, su efecto fue dar voz a los que no la tenían, y reflejaron la realidad de aquellos barrios. Se convirtió en un cine de denuncia social, que combinaba elementos propios del cine de acción y de consumo.

Existió gran afinidad entre la rumba y el cine quinqui ya que las letras de las canciones plasmaban escenarios que aparecían en las películas, como descampados y barracas, y especialmente actitudes y personajes que eran comunes. Es por eso que la banda sonora de múltiples de ellas se componía de canciones de grupos musicales como Los Chunguitos o Los Chichos. Estos últimos compusieron la canción de la película Yo, el Vaquilla, que recoge sus hazañas y habla de él como de un auténtico héroe de su comunidad.

La música del cine quinqui estaba ligada a la marginalidad

Ese tipo de rumba estaba muy marcada por el delito, la violencia, los atracos callejeros que, en aquellos años, se producían muy comúnmente en las grandes ciudades españolas y, también, como símbolo de drogadicción. Por lo que no es una música que tuviera una influencia en otras músicas urbanas, hasta la aparición de compositores y grupos que la sacaron de la marginalidad y la convirtieron en uso masivo. En este fenómeno, también tuvo que ver la introducción de las nuevas formas del flamenco que, despectivamente, algunos han denominado como “flamenquito”, pero cuya raíz estaba unida a los grandes cantaores.

 

El grupo que más abrió este nuevo camino de la rumba fue el grupo Estopa, formado por los hermanos David y José Manuel Muñoz, nacidos en el barrio de San Idelfonso, en Cornellá (Barcelona), donde se encuentra una población de clase obrera y procedente, en su mayoría, de la 
emigración de los años 60 y 70. Sus canciones, muy reconocibles, han sido utilizadas como banda sonora de muchas películas. Es una seña de identidad, y sus letras describen ambiente, clase social, cultura y estética y escenarios del barrio en el que ellos se mueven.

 

A partir del 2000, la rumba comenzó a escucharse en otros contextos sociales, y las canciones de Estopa aparecieron en películas como  Planta 4ª (2003) de Antonio Mercero, quien escogió las canciones Nasío pa la alegría y Vino tinto. La canción Pastillas de freno se escuchó en Torapia, estrenada en 2004 y dirigida por Karra Elejalde. En la película que dirigieron José Corbacho y Juan Cruz, Tapas, de 2005, se incluyó la canción Ya no me acuerdo. Como Camarón fue la canción que se escogió para ambientar Va a ser que nadie es perfecto (2006), dirigida por Joaquín Oristrell.

 

El grupo musical Los Chichos en los años 70. Youtube.com

Juan Vicente Córdoba regresa a la era quinqui con Quinqui Stars

Quinqui Stars (2018) es una película entre documental y ficción del director madrileño Juan Vicente Córdoba que surgió con la intención de reflejar la vida de las personas de los extrarradios de las ciudades y la semejanza que existe, aún, con las historias que se contaban en el cine quinqui y que protagonizaban los jóvenes delincuentes de los años 70 y 80. A raíz de la exposición de “Quinquis de los 80” que tuvo lugar en La Casa Encendida de Madrid, Juan Vicente Córdoba se preguntó cómo aproximarse a aquellos temas después de 40 años de democracia.

 

De esta manera, realizó un paralelismo entre esas temáticas, personajes y escenarios que aparecen en las películas de los 70, y la situación que existía en 2010, en esa misma zona de la ciudad, por lo que se adentró en los barrios del extrarradio para descubrir quiénes eran los nuevos «quinquis».

El Coleta de Moratalaz

Juan Vicente Córdoba buscó a actores por la periferia de Madrid, como hacían los directores José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia con los protagonistas de sus películas, y encontró a Ramsés Gallego, del barrio de Moratalaz. Conocido como El Coleta, es un rapero que busca inspiración en barrios como La Mina, y rinde homenaje al cine quinqui en las letras de sus canciones. Córdoba conoció a El Coleta en un festival de rumba en Madrid, y el look del artista, similar al que llevaban los quinquis en los 70 y 80, despertó su interés. Por lo que le ofreció participar en Quinqui Stars y recrear escenas cotidianas de su vida junto a su familia.

Las composiciones de Ramsés hacen alusión a películas o personajes que pertenecen a ese tipo de cine; El Coleta, apasionado del cine quinqui, estrenó una canción en 2015 con el nombre El Piko 3. El videoclip es una recreación de las escenas que aparecieron en las películas de Eloy de la Iglesia, El pico y El pico 2, y la letra hace alusión a personajes que representaron ese cine, como El Pirri. Además, algunos de los títulos de sus raps están directamente relacionados con las drogas y la delincuencia, que quedó plasmada en esas imágenes, como la canción Música para pegar tirones de 2015, o Yonki, lanzada en 2018.

Juan Vicente Córdoba planteó una similitud interesante, ya que si prestamos atención a los videoclips y sonidos de la música urbana que se escucha en 2020, podemos apreciar una influencia directa con la estética que se plasmaba en el cine quinqui. Sin embargo, la evolución de los ritmos urbanos ha sido diferente a la empleada en el cine de los 80. La música urbana se ha desarrollado en las calles de las grandes ciudades modernas. Se podría decir que es una ampliación del hip-hop. Pero, insisto, la estética que se emplea en muchos de los videoclips de este estilo musical, está influenciada por los elementos que caracterizaban aquel cine del extrarradio.

Artistas españoles se inspiran en el cine quinqui

La era quinqui ha revivido en los ritmos urbanos. Artistas españoles como C. Tangana, Pimp Flaco o el mismo protagonista de Quinqui Stars, El Coleta, se inspiran en el entorno urbano que caracterizaba aquel cine marginal para crear sus temas, tanto para la estética de los videoclips como para la composición de las letras.

 

Antón Álvarez, más conocido como C. Tangana, viajó al cine de los años 80 en el videoclip que lanzó en el año 2018 de la canción Bien duro. Probablemente sea el ejemplo más claro de cómo un artista actual abraza la estética quinqui. El vídeo está ambientado en el barrio de La Mina de Barcelona y aparece como uno de los protagonistas, precisamente, el actor de Quinqui Stars, El Coleta.

En el videoclip dirigido por Roger González y con Oriol Barcelona como director de fotografía, C. Tangana se convierte en un auténtico quinqui de barrio. En él se puede apreciar escenas de sexo, drogas, trapicheos y delincuencia, elementos propios de las películas con esta estética residual.

 

Además, en sus últimos vídeos, C. Tangana ha querido inaugurar una nueva etapa a su carrera artística. En la canción de Demasiadas Mujeres, mata a su anterior personaje para pasar a su próximo personaje que será El Madrileño. En esta canción combina los sonidos urbanos con los más tradicionales de la música y de la cultura popular. Es decir, el artista, cada vez más, va queriendo reflejar en sus obras la España más profunda, con los ritmos tradicionales y los paisajes típicos de las zonas más vacías del país. La productora Little Spain, creadora del vídeo, supo captar el estilo castizo que el artista quería que tuviese. El equipo de rodaje viajó hasta la localidad segoviana Aragoneses para grabar el vídeo.

La canción Demasiadas Mujeres empieza con sonidos de cornetas y tambores de la pieza El Amor de Rosario de Cádiz. Además, utiliza el pasodoble de La campanera de la película de Joselito, El pequeño ruiseñor.

 

Sin embargo, C. Tangana ya hizo alusión a la estética de los Chichos en otro momento de su carrera, cuando el artista era menos conocido y sus canciones pertenecían puramente al rap. Fue en el 2011 cuando Agorazein, el grupo del que surgió posteriormente el personaje de C. Tangana, lanzaba una canción con el título Balas perdidas, cuya letra ya mencionaba a los protagonistas del cine de los años 70 y 80. En los versos se podía encontrar: “Matando por el verde, el Vaquilla y el Torete, esguince, picaduras de serpiente. Yo y mis fellas; buscan pelas; calle y jerga; ¿Dónde está mi flor?; Entre puta mala hierba”.

 

Otro de los artistas que también se ha visto influenciado, de alguna manera, por el cine quinqui ha sido Pimp Flaco. Él es otro de los referentes de la música urbana en el panorama actual español. El artista de Badalona tiene una canción con el nombre No soy el Vaquilla que la letra dice: “No soy el Vaquilla, ni el Torete, pero aprieto el gatillo por billetes”.

 

El cantante afirmó en otra entrevista que cuando vio aquellas películas suburbiales se enganchó completamente, pero para él, perdió la fuerza que ese tipo de cine tenía al saber que todos los protagonistas que aparecen murieron por la droga. Pimp Flaco declaraba que a él la música le ayudó para salir del barrio, dejar atrás las adicciones y emprender su camino hacia adelante. Sí que es cierto que el final que tuvieron todos los actores que aparecían las películas del cine quinqui fue trágico. En ellas se narraban las aventuras y desventuras de adolescentes que vivían en barrios que habían surgido de la nada y que representaban el espacio donde el quinqui se sentía libre, un ambiente desamparado y deshumanizado, pero a la vez donde podía realizar su vida libremente: se drogaba, mantenía relaciones sexuales, y delinquía. La característica principal es que los protagonistas no eran actores profesionales sino chavales salidos de la calle, por lo que no interpretaban, simplemente daban rienda suela a su forma de ser y de expresarse. Y, como bien dice Pimp Flaco, en la vida real de estos jóvenes se produjo el mismo final dramático de las películas, es decir, el cine y la popularidad no les salvaron la vida.

 

 

Aquellas películas sobre delincuencia y marginación siguen teniendo cierta continuidad, y la renovación de esa música urbana no ha impedido que nuevos estilos manifiesten los problemas de esos entornos, ahora en claves propias de la música actual, pero sin olvidar el legado recibido de nuestro cine popular.

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