Leila Guerriero, «Teoría de la gravedad»

De todas las columnas que pueden escribirse, de todas las historias que se pueden contar, de todos los movimientos políticos por analizar, los crímenes que condenar, la violencia que denunciar, las injusticias que sacar a la luz, de todos los temas posibles que pueden rellenar cuatrocientas palabras semanales, Leila Guerriero tiene por costumbre elegir la vida. Porque no hay política, ni injusticias, ni violencia, sin vida. La periodista y escritora argentina recopila los grandes fragmentos de ¿su? historia personal en ‘Teoría de la gravedad’ (2019), un alegato al periodismo narrativo con el que comulga desde hace años.  

Guerriero se adentra en los escondites más recónditos de la memoria para redactar la infancia, para volver al olor a jazmín, a los veranos descalza y a las lecciones estivales de su progenitor. Pero también recuerda a la adolescente rebelde y reaccionaria que deja el pueblo a su espalda y se muda a una Buenos Aires fría y solitaria. Revisa sus viajes por el mundo, el espíritu intrépido del periodista primerizo e inquieto, las noches en hoteles lejanos y las reflexiones de una vida que se antoja a veces corta, a veces larga, pero siempre apasionante.  

Enumera también la escritora las instrucciones de una relación rota. Despacha los pasos que se siguen cuando dos personas que conviven dejan de mirarse, dejan de entenderse, dejan de compartir lo compartido. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Puntualiza sin corazón y sin miedo cómo se pierde el amor a cuentagotas y cómo permanece el cuerpo inmóvil y observador. Desmigaja con pasión y con vehemencia lo único que consigue mantenerla viva: escribir. Se enreda, se desenreda, da gracias y maldice, se esconde en el refugio de las palabras y amasa el pan todos los días porque no conoce otra alternativa a la felicidad.  

Con su estilo por bandera, sus frases cortas, la infinidad de poemas que se cuelan entre las columnas, las referencias a sus lecturas, a sus maestros, a sus anhelos, con unos recuerdos rememorados o inventados, una vida autobiográfica o ficticia, Leila Guerriero ha ordenado las columnas de lo cotidiano. En un orden perfecto que invita al lector a viajar siguiendo la mirada de la autora, la periodista consigue llevarle a dónde quiere: a su mundo atormentado y maravilloso.  

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